jueves, 30 de octubre de 2014

El gol de Marcelino.

Y con ella continuó mi particular tortura espiritual... Cuando la tele emitía una película clasificada para mayores de 18 años, en el ángulo superior derecho de la pantalla aparecían dos rombos blancos que eran los iconos que anunciaban a los niños españoles, que todavía sobrevivíamos, que nos teníamos que ir inmediatamente a la cama y sin posible apelación. Un rombo significaba, sin embargo, una advertencia más liviana: esas películas las podían ver los mayores de catorce, aunque con frecuencia nos dejaban verlas a nosotros, a pesar de no tener la edad reglamentaria.

Los siniestros rombos aquellos se convirtieron pronto en una señal de tráfico por el pasillo en dirección al dormitorio que había que respetar sino queríamos morir en pecado mortal, que era en el fondo el problema y la causa de nuestros miedos. Bueno, perdón... al menos de los míos.

Magníficos tus tres posts sobre la llegada de la tele a nuestras vidas.
Yo, felizmente, nunca relacioné los dos rombos con el pecado mortal pero en cualquier caso tenía que irme a dormir porque no me dejaban ver esas películas.
Aunque ya no tenga tele desde hace muchísimos años, comparto tu opinión sobre el buen uso que puede hacerse de ella.
Muchos besos.

Has dibujado muy bien la llegada de la tele a nuestras vidas, has relatado todos los programas y acontecimientos y me ha gustado mucho lo de Cassius Clay, todos le idolatrabamos y nos hizo pensar mucho, cuando dijo que no, a eso de ir a la guerra, quizás fue de los primeros que nos hizo pensar, a los que como yo no nos enterábamos de nada. Claro que también era un niño como los pequeños de los Alcántara.
Saludos.

A mi me mandaban a dormir con la 'familia telerín', aquello del "vamos a la cama que hay que descansar..." y la verdad es que no me importaba demasiado, porque yo de siempre he sido muy dormilona. Lo de los rombos, pues ya ves, no me pillaba.
Un beso, mi Zucco.

Y sin embargo, ahora que el boxeo se considera un deporte brutal, no pasan ni un combate por la televisión, no informan sobre él en las secciones de deportes de los informativos, no dicen nada de nada, como si hubiera dejado de existir. A lo más que se puede aspirar es a ver algún documental acerca de Ali y de su época. O ir al cine o comprar DVD de combates. O suscribirse a la HBO. Un desastre.

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